Voy…
Descubro un suelo manchado por palabras que no escaparon de mi boca. Ellas, quedaron
atrapadas en un enredo de lágrimas y saliva. Lágrimas, hambre de un sentimiento
que se amontona en la grieta que mira al mundo. ¿Y la saliva?..., prisionera encharca la
alfombra de un tiempo que reclama libertad.
Sigo…
Se revela un camino que atraviesa y aleja los recuerdos; y acerca la distancia. Él
golpea mis sentidos que se abren
al amanecer. Amanecer, llama que enciende la cresta de mi fe. ¿Y
mis sentidos?..., atentos desnudan la belleza
de callar, de entregar, de amar y no
esperar nada a cambio.
Encuentro…
El equilibrio del crepúsculo cuando salgo de ese guante que cobija el alma. Ella,
se dilata en una búsqueda constante de ese centro, donde la esencia de la vida se hace aventurera a su paso por la tierra. ¿Y el crepúsculo?..., audaz borra la huella del camino para perderse en
mí.
Graciela Giráldez
– Junio 2010
Publicado en revista Brotes digital nº 15
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