Nace, solamente nace.
Sin llanto ni risa, en silencio, rompiendo en fulgor.
Es una flor, abre sus pétalos nos da su color, su perfume, su belleza.
Baila al compás del viento.
Viento que arroja bocanadas de aire para arrancarla, para hundirla…
Pero en silencio resiste porque tiene raíces agarradas a la tierra,
se siente libre mirando al sol.
Sol que ilumina su aspecto y juega con su color.
Flor que engalana el campo.
Campo bordado de esmeraldas, que duerme a los pies de unas montañas calizas.
Un pájaro curioso revolotea celoso de amor.
Amor que enciende un canto ilusionado en amaneceres solitarios y noches de resplandor.
El frescor de la paz se cuela por el cuadro verde de mi ventana. La mañana lanza colores y quimeras, haciendo lo mágico realidad, y de sus raíces un sueño.
Sueño, que la llevó a quedarse en ese lugar.
Flor que nace del viento, engalana el campo, suelta color, sueños y fantasías.
Fantasías, de una noche de amor.
Graciela Giráldez
Del poemario “Raíces”
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